El Pecado de Jason Allen

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Links mencionados en este podcast: Petapixel, ExtremeTech, Midjourney, Caetano Veloso
Locucion Klau Tenorio, Música Bluemoon de Robert Muzinger

El artista Jason Allen, ganó el primer premio en el concurso de bellas artes de la Feria Estatal de Colorado, en Estados Unidos, en la categoría de arte digital, con su fotografía “Théâtre D’opéra Spatial”.
No sería una noticia destacada, sino fuera porque Allen nunca tomó una fotografía, sino que su realización, está enteramente hecha con el programa de inteligencia artificial Midjourney, en el cual la persona dicta frases al algoritmo y este fabrica la imagen.
Naturalmente esto hizo estallar en redes sociales a diferentes tipos de artistas quienes no ahorraron en despotricar contra Allen.
Este momento iba a llegar tarde o temprano.
En los últimos meses hemos visto desarrollarse y crecer de manera exponencial los programas de inteligencia artificial .
Que llegara hasta la fotografía, era cuestión de tiempo, que por cierto, fue bastante poco.
Sin adentrarse demasiado en cuales deben ser las bases de una obra de arte, vale preguntarse si existe razón alguna para las críticas contra Allen.
Si hacemos recaer en los espectadores la calificación de una obra de arte, una fotografía hecha con inteligencia artificial, tanto más si se trata de una imagen fantástica, no hay mucho que pueda objetar quien está viendo la fotografía. (Credito: foto tomada de Instagram ARTnews)

Aunque si lo vemos desde el lado particular del artista, y desde todo el trabajo que debe realizar ante una pintura, fotografía o escultura, las apreciaciones pueden ser altisonantes.
El hecho es que un jurado valoró la realización digital, la encontró de gran valía y terminó por premiarla.
Allen no se arrepiente de ello, ni tampoco tiene remordimientos, como declaró a distintos medios de prensa especializada.
Y tiene razón en no estarlo.
Mi generación puede estar contra la inteligencia artificial, la de mis antecesores estuvieron en contra de la fotografía digital, y as anteriores estuvieron en contra de los que queríamos un fotoperiodismo más estético.
Es un cuento de nunca acabar, las generaciones más jóvenes o más innovadoras son atacadas por los profesionales consolidados, y así sucesivamente.
Más que contradecir los nuevos lenguajes, creo que hay que abrazarlos y entablar discusiones serias, lo que termina enriqueciendo las manifestaciones artísticas que llegan a la población en general.
Más que negarse al paso irrefrenable de la tecnología, hay que comprenderla, ajustarse a ella, y si es del gusto de uno, abrazarla tal y como está.
No es obligación estar a la vanguardia de las nuevas expresiones, como también los antiguos métodos para arribar a resultados artísticos, siempre tendrán quienes lo aprecien.
Se entiende que para quienes trabajan horas, días o semanas para una fotografía, no le es de mucho agrado que alguien solo recite algunas frases ante una computadora para fabricar una fotografía.
Pero el futuro siempre ha traído desazones para quienes ven amenazado su trabajo de años.
Nunca en la historia ha dejado de haber quienes surgen, quienes prevalecen y quienes van desvaneciéndose de a poco en el desbordado rio de los avances tecnológicos.
Cuando de arte se trata, no podemos dejar de lado el aspecto comercial, que ha transformado en casi todos los casos, tanto a la fotografía como a otras expresiones culturales, en una especie de producto de especulación monetaria, donde las decisiones son tomadas por los que más acciones tienen en el mercado de esos valores.
Y no son estos especialistas en arte, sino más bien, representantes artísticos cuya valía reside en lo arbitrario de sus elecciones.
Es natural entonces que Jason Allen haya recibido tantas críticas.
No solo su premio pone en entredicho que es o que debe ser una fotografía, también el aspecto comercial se ve comprometido.
En definitiva, y como una vez dijo el cantautor Brasileño Caetano Veloso, “todo es una cuestión de mercado”.