Batalla por la Libertad de Prensa

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Cruces

Estamos terminando el año 2020 -que fue seguramente- el peor año a nivel colectivo para todos los que transitamos la adultez.
Naturalmente la pandemia de COVID-19, llegó como una ola de tsunami que estremeció y sigue preocupando al mundo entero.
Más de cien años habían pasado sin tener una enfermedad que afectara a toda la población mundial.

Pero los problemas no terminaron allí, enumerarlos o compararlos se hace una tarea extensa y tediosa.Todos los conocemos.
Y dentro de ese cúmulo de problemas, la muerte de periodistas y las amenazas a la libertad de prensa, siguen en aumento.Una enfermedad invisible que se sigue esparciendo, a pesar de tener cura.

Para el día de hoy, hay más de 270 periodistas encarcelados en tdo el mundo según datos de la organización Comité de Protección a Periodistas.
Y si tomamos la cifra de la Federación Internacional de Periodistas , suman 47 los periodistas asesinados en el año 2020 en toda la orbe.

Las cifras varían, pero no en mucho, de acuerdo a distintas organizaciones internacionales y nacionales. Las causas de cada uno de los atropellos a los representantes de los medios de comunicación, son analizadas, masticadas y deglutidas a diario por analistas y expertos, sin llegar a una explicación que las unifique.

Hace solo unos días fue ejecutado el periodista opositor iraní y editor de AmadNews, Ruhollah Zam luego de haber sido capturado bajo engaños por el régimen Iraní.

Años atrás, en el siglo XX, asesinar un periodista era un afrenta a toda la sociedad, se levantaban las alarmas, se condenaba el hecho y se investigaba a los presuntos perpetradores.

La sociedad se preocupaba profundamente por como podía afectar la falta de información veraz en su vida diaria.

Mientras que hoy, los representantes de los gobiernos apenas se levantan de hombros ante la muerte de un periodista que está cubriendo una noticia.
El camino para llegar a este desastre en materia de libertad de información, no ha sido tan largo pero si consistente por parte de aquellos que están en el poder constituido o por los que se arrebatan la autoridad a punta de pistola en sus actos ilícitos.
Y no solo lo han logrado con eficiencia, también han entumecido a la sociedad de tal manera que ya se ha perdido la cuenta de las agresiones a la prensa.
Al igual que el síndrome de la rana en agua hervida, la sociedad se fue cocinando a fuego lento y hoy el asesinato de un periodista no representa alarma para casi nadie.
Los gobiernos, y los poderosos en general, han urdido esta estrategia para no dar a conocer todo lo que fraguan en la oscuridad.

Cada vez más se restringe el acceso a los periodistas, cada vez más los periodistas son alejados de la zona de interés con la ya desgastada excusa de la seguridad nacional, le protección de las víctimas, las seguridad de los personajes de alto nivel y cualquier otro ardid que permita doblegar la ley o bien recurriendo a las sospechosas leyes religiosas.

Fences

La polarización a instaurado el concepto de “Ellos y Nosotros” fomentando abiertamente el fanatismo, la división y el descrédito hacia los medios de comunicación cuando se trata de la crítica a los gobiernos. (al respecto pueden leer un excelente artículo de Leo García en la revista digital Etcétera @leogarciamx)

Y como si esto fuera poco, en las redes sociales, el letargo se ha ido intensificando por fenómenos como el escándalo de Cambridge Analytica, donde quedó expuesto hasta que punto los algoritmos actuales pueden predecir, inducir y desviar la atención de aquellos que utilizan las redes sociales como único medio de información.
Dentro de ellas las individuos van atomizándose en aquellos tópicos que solo convienen a sus intereses personales, las búsquedas -dentro de cualquier red social- se centra en los temas que son afines al pensamiento de cada sujeto, alejándose paulatinamente de opciones u opiniones que sean contrarias a sus convicciones.
Queda muy bien explicado en el documental “El Dilema e las Redes Sociales” donde se plantea el peligro que estas representan y las pocas salidas que hay a este dilema, por lo que el panorama es muy desalentador.

Como era de esperarse, lo gobiernos han aprovechado al máximo esta posibilidad que arrojan los algoritmos.
Además de hacer hincapié, hasta el hartazgo, en el ataque constante a los medios de comunicación.
Con mentiras, medias verdades, airadas conferencia de prensa donde el objetivo ya no es informar a la población sino lanzar una rosario de diatribas contra las críticas que se reciben, han herido de muerte la confianza que la gente en general tenía en los medios de comnicación.
La comprobación de hechos en los temas sensibles con los cuales se comprueba la falsedad de una declaración rimbombante o un ataque a periodistas, es vista por un mínimo porcentaje de personas , si los comparamos con aquellos que se hicieron eco de esas mentiras, utilizando esos mismos argumentos para defender a sus líderes.
Sin embargo, hay periodistas que siguen arriesgando su integridad en la tarea de informar.

Latinoamérica se ha convertido en la zona más peligrosa de trabajo para un informador.

El desden de las autoridades, su incapacidad o voluntad política para defender o al menos encontrar a los culpables, no está en su agenda, que se centra en la polarización, la búsqueda frenética de votos y en el ataque a los medios.
Dar un mensaje a los jóvenes que están comenzando en la profesión, se hace cada vez más difícil, centrarnos en los consejos sobre periodismo honesto, búsqueda de fuentes confiables, y exactitud en la información, es una tarea necesaria pero no del todo completa si la comparamos con los embates de las fuerzas insaciables de la desinformación.
No obstante, la guerra no está del todo perdida, hay cientos de jóvenes que salen de las escuelas de periodismo en todo el mundo con las ansías de hacer un periodismo serio.
Es tarea de aquellos que ya hemos transitado un largo camino en el campo del periodismo, instruirlos sobre los peligros que se ciernen tanto en el campo de trabajo como en su integridad física.
De no hacerlo, veremos caer de a poco las verdades que suceden ante nuestros ojos dando lugar a las aviesas intenciones de los que pretenden detentar el poder sin ninguna transparencia.

Es nuestra tarea como informadores no desechar los valores de la democracia.
De lo contrario el autoritarismo se pondrá el disfraz que más le plazca para ocultar la verdad